top of page
Buscar

La sábana bajera demasiada pequeña



 

Soplo, suspiro, transpiro…10 minutos que intento colocar esa maldita sábana bajera sobre el colchón, sin éxito: cuando tres esquinas están bien colocadas, siempre hay una que se salta cuando tiro de la sábana para cubrir la cuarta esquina. Lo intenté todo: tumbada en la cama traté bloquear con la puntilla de los pies la parte superior de la sábana. Tiro, se queda colocada, tiro más, sigue puesta, ¡por fin lo conseguí!


Pero detrás de mí, el colchón se levanta con peligro y ahí está: tres esquinas puestas, una que ha saltado. Suelto algunas palabrotas. Me siento al lado del colchón, decido poner la sábana bajera justo en el borde del colchón, a mitad del camino, se mantiene, abordo al último borde y directamente son los dos otros bordes que abandonan su puesto.


Me enfado, insulto la sábana bajera, le explico que la última vez que la puse sobre un colchón cooperó. Me pregunto si la lavé a temperatura demasiado alta, si se encogió. Saco una vieja sábana, sin forma y en la que los gatos se afilaron las uñas. Uno, dos tres, cuatro, la coloco en cada borde… y mando la sábana pequeña en la pila de las telas para confeccionar trapos.


La sábana bajera, es una plaga


(Quizás la 12a plaga de Egipto después de la lata de conserva cuando el anillo se rompe al plegarlo despacito para tirar hacia uno mismo).


Al leer los comentarios sobre mi artículo «Mama sola: porque ‘ella’ eres tu» me vinó esa imagen de la sábana bajera. Era tan claro. Queriendo hacerlo todo, gestionarlo todo, resistir en todos los frentes, nos sentimos muchas como una sábana bajera pequeña.


Por más que des todo lo que puedes, sudas, pierdes aliento, te retorces, das un 200% de ti misma, pero al final nunca consigues a cubrir todos los bordes del colchón. Siempre hay un aspecto de la vida en espera de que lo arregles, un borde de la cama que te dice:


 «Nunca lo conseguirás».


Y por lo cual, tiene probablemente razón: por más que tires la sábana, siempre habrá otro borde que resbala, que salta y que termina tirado. La sábana bajera pequeña siempre gana y nos deja desilusionadas, cansadas y sin fuerza.

Yo, algunas veces – en realidad, a menudo – me siento como esa sábana pequeña. Por más que lo intente, por más que trate de cubrir con eficacia tres bordes de colchón, nunca llegaré a gestionarlo todo.


Hago mucho, bastante bien, ¡pero no todo!


¿También te suena? Llevas 8 semanas en casa con los niños sin parar, el ambiente es relativamente relajado, el programa escolar de los mayores va genial, los niños están sorprendentemente relajados, tu niña declara a su papá durante un paseo "Yo feliz papá"... ¿Y tú? Estás llorando en la cocina y le dices a tu marido: "Nuestro salón parece una guardería muy desordenada".

  • - Tus pies se pegan al suelo abajo del fregadero desde que cayeron unas gotas de zumo de piña.

  • - El sillón está encajado entre la mesa de centro que sirve de "despacho en casa" a la hija menor y la tabla de planchar, cada centímetro cuadrado de la cual está cubierto de objetos diversos y cuyo único rincón libre está ocupado por tu gato (que amenaza con derribar tu pila de papeles con la punta de la pata cuando se estira).

  • - Los lápices de colores ya no se guardan en el armario, los dos lavabos de esmalte verde oscuro (muy vintage, muy vintage) se burlan de ti con sus marcas blancas de pasta de dientes, por no hablar del césped que hay que cortar y la próxima pila de ropa que hay que doblar...


Y tú, lo sabes, lo ves, no se te olvida…


Piensas: «¡Esfuérzate!» o «nunca lo conseguirás», pero sabes que por más que tires como una loca para cubrir ese último borde que te reta, te denigra, te recuerda que no lo manejas todo, te arriesgas a perder los nervios, tu último fusible se quemará, tu válvula de seguridad saltará: te cortocircuitaras.


Porque, en el fondo, no se puede gestionar todo, no todo el tiempo. Te cansas, y no puedes conducir muy lejos con el depósito vacío. Y no, no puedes soportar el ruido de tres niños pequeños sin sentirte extremadamente cansada. Somos sábanas demasiadas pequeñas intentando cubrir colchones demasiado grandes. Queremos cubrir todos los bordes, pero siempre hay saltos.


Mi querida Fabulosa, los hombros humanos son muy pequeños para gestionar todo lo que se espera de ellos. Es demasiado, es demasiado grande y nunca es suficiente. Nos dicen que deberíamos poder hacerlo todo, y olvidamos que nuestras capacidades físicas y psicológicas son limitadas. A veces no nos queda más remedio, la vida nos ha dado un colchón demasiado grande, la verdad.


Pero algunas veces, nos añadimos una capa.


Nos ponemos retos inateñibles, inhumanos, corremos, perdemos el aliento, nos caemos, nos pisamos el alma con una apisonadora que conducimos nosotros mismos, nos odiamos de no alcanzar nuestros retos y hacemos que nuestros seres queridos paguen.


Todos tenemos nuestros limites, todos somos algún día «la sabana bajera pequeña que trata de conquistar al colchón demasiado grande».


¿Sabes lo que pasa cuando intento tener mi casa siempre recogida? Me enfado con todos en la familia. Le ladro amargamente a mi marido, a mis hijos y a mí misma. Cuando no duermo lo suficiente, pedaleo en la arena y no consigo gestionar el estrés. Cuando se me olvida que a veces necesito aislarme unos minutos para calmarme, puedo coger una rabieta. Y no soy la única.


Culpabilizamos porque no conseguimos ganar en todos los frentes. Porque no somos la mamá que jungla con facilidad con los niños, el trabajo, la limpieza, la pareja, la salud, un cuerpo perfecto y un salario de ministro. Hacemos listas de «debería, tendría, más tarde me arrepentiré de no haber…». Nos dañamos mucho…porque nunca es suficiente, el colchón esta siempre un poco grande y nuestras almas luchan por sobrevivir.


Querida Fabulosa, se buena con ti misma ¿Necesitas tiempo para ti? ¿Es esencial para tu equilibrio mental que tus hijos vuelvan al cole? ¿Pero te culpas o te sientes juzgada? Se buena con ti misma. Si sientes que ya necesitas pasar unas horas sin tus hijos, hazlo.


Deja de tirar sobre la sábana pequeña…deja de culparte por no poder gestionarlo todo, deja de hacerte daño poniéndote retos inhumanos. Mira alrededor tuyo, atrapa el momento de «ternura», el bonito momento, los tres bordes que se mantienen.


Nunca será suficiente y así está bien.


No somos maquinas, somos de carne y hueso… y de celulitis (para algunas), tenemos ojeras, corazones mutilados, necesitamos calma, seguridad, sueno, café, chocolate, amar y ser amada…¿Y sabes que más necesitamos? Un alma sensible que nos sostenga contra su corazón, que nos felicite por todo lo que hacemos bien, que acoja nuestras lagrimas con generosidad, que nos envuelva en una manta grande y nos traiga un té calientito.


¿Y sabes qué? ¡Esta eres tú! Necesitamos aprender a ser esta amiga, esta buena madre para nosotras mismas. Necesitamos aceptarnos y amarnos, animarnos y mimarnos.


Te necesitas


Necesitas ser tu mejor aliada, tu compañera, tu pom pom girl. Déje de tirar sobre el borde y empieza a amar ese borde que falta. Amate, apréciate, cuídate. Porque eres Fabulosa, también cuando, como yo, eres una sábana pequeña, una fabulosa sábana pequeña.

«You is kind, You is smart, You is important»: «Eres buena, eres inteligente, eres importante» (cita de la película The help, en español, Criadas y señoras).


by Rebecca Dernelle-fisher

20 visualizaciones0 comentarios

Comentários


bottom of page